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Los Reyes Magos


Esta noche se respira magia. Estoy desvelándome pensando en tantos y tantos niños que en estos momentos se encuentran soñando y esperando la llegada de los Reyes Magos. Qué noche tan especial, llena de brillo y de diamantinas, llena de papeles de colores y de juguetes, llena de globos y cartas con letras de niño, llena de amor y de sueños… Cuando recuerdo lo que yo sentía en esta noche cuando era niña, se me llena el corazón de emoción.

Sin embargo, hay también cantidad de niños (y otros no tan niños) que ahora mismo están dudando de la existencia de los Reyes Magos. Unos a corta edad y gracias a sus “amiguitos”. Otros creyéndose muy grandes y muy sabiondos. Lo importante es que están dejando de creer. Y tal vez, en efecto, esos compañeros de clase que te cuentan "la verdad" tengan un poco de razón. ¿Cómo creer en los Reyes Magos ante tantos argumentos? La rapidez absurda con la que tres elegantes seres, montando camellos, caballos ó elefantes, visitan en una sola noche a todos los niños del mundo. No, es más lógico suponer que esos juguetes, que aparecerán en millones de camitas esta mañana, habrán sido dejados ahí por las manos temblorosas de tantos millones de papás y de mamás que, al dejar los regalos y atribuírselos a Melchor, Gaspar y Baltasar, renuncian incluso a la gratitud de sus hijos.

Yo creo que el que existan los Reyes Magos o no, dependerá de nosotros. Las cosas dejan de ser reales cuando dejamos de creer en ellas. Si creemos en ellos, ellos se seguirán acordando de nosotros. Pero si no lo hacemos, ¿por qué ellos habrían de tenernos en cuenta? Todos esos niños que ahora dudan no lo comprenden, pero un día lo harán. De eso estoy segura. Exactamente lo mismo les ocurrirá en la vida cuando tengan que poner una cantidad infinita de fe para creer en la existencia de muchas otras cosas. Por ejemplo, un príncipe. ¿Qué hombre no es un príncipe a los ojos de su amor? Y sí, también tendrán que creer en el amor. Tendrán que creer, porque de lo contrario se perderán de la felicidad tan grande que brindan todas esas cosas.

Yo digo que creamos. Una de las razones por las que nuestro mundo está triste es porque los niños de ahora están dudando demasiado pronto de la existencia de la magia. Antiguamente los hombres eran más sabios. Supieron llenar al mundo con bellas leyendas, de cada una hicieron una antorcha, y con ellas alumbraban sus días y los días de otros. De aquéllas historias tan hermosas estamos viviendo aún y, aunque miles de hombres viven enceguecidos por la furia y el poder, otros millones de hombres luchamos todavía por mantener encendidas esas llamas. Por eso es que aún vivimos con un poco de claridad. Pero si algún día todos los niños de la tierra dejaran de creer en los Reyes Magos, y todos los hombres del mundo dejaran de creer en el niño que llevan dentro, entonces nos quedaríamos a oscuras, como si el género humano se hubiera quedado ciego.



Los príncipes existen. Yo conozco uno. Y las hadas también existen. Hay un hada blanca en mi vida que reparte alegría a su paso. Y los Reyes Magos también existen. Si todos ellos fueran seres fantásticos, existirían también, porque no hay nada más real que la fantasía, que ha poblado al mundo de personajes que tienen mucha más vida, incluso, que las miradas de individuos que nuestros ojos pueden ver y nuestras manos tocar. Y nosotros, los humanos, somos más reales cuando nos aproximamos a personajes como Don Quijote, Hamlet, La bella durmiente y Papá Noel.

El mundo está hecho de quimeras, así que si alguien les dice que no existen los Reyes Magos, ó que no existe el amor, contéstenle que es un mentiroso delirante, pues existirán hasta que nosotros los destruyamos.

Deseo que esta mañana amanezcan junto a sus camitas muchas cosas hermosas: tal vez energía para enfrentar el dolor que están viviendo, ó la seguridad de que esto pasará. Tal vez confianza renovada en ustedes mismos. Tal vez una princesa hermosa con ojos claros, que los mire y los haga felices. Tal vez la sonrisa de ese niño ó niña que aún cree, y que abrirá sus regalos ante sus propios ojos. Tal vez la fortuna de comprender que están sanos, vivos y que, a partir de ahí, pueden lograrlo todo.

Esos y muchos más son los deseos de esta su amiguita que cree en los Reyes Magos como una de las pocas cosas serias en las que todavía se puede creer. Feliz día de reyes.

Gracias, mamá, por tantas madrugadas mágicas como esta. Te amo.