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Qué alegría, soy imperfecta


La princesa amanecer, no la de los dibujos animados, sino la real, la de carne y hueso, se encuentra ahora atrapada dentro de la torre del castillo. La puerta está abierta, pero ella no puede salir. El dragón del miedo, ese dragón que la acompaña a todas partes, ha encontrado la manera de paralizarla. Ese dragón loco que todo lo ve negro, al que todo le parece extraño, al que lo rebasan las dudas. .. Ella lo mira y se cree un poco lo que el dragón le dice. Le cree. El dragón le coloca ideas en la cabeza, y ella en su mente las mastica, las mastica, las mastica…

La princesa amanecer no es tonta, ni débil. Es una mujer completa y capaz. Y sin embargo se marea con la embriaguez del dragón, cae en sus garras, pierde la fe. Una princesa que usa zapatos altos, pero que no se cae. Una princesa que ama con conciencia, pero que siente celos. Una princesa que se viste de blanco y al otro día de negro. Una princesa que sale de los agujeros más profundos con sus propios medios, pero que necesita una palabra de aliento del príncipe. Una princesa con un cerebro brillante y reluciente, que logra hilar palabras bellas una tras otra pero que, en efecto, se emborracha con los miedos que el dragón le infunde.

Y es que el dragón es un ser tan, pero tan carismático. Tiene cara de miedo, pero es cariñoso. Toca suavemente a la princesa, la envuelve en su mundo irreal y absurdo, fabrica cuentos y teje historias irresistibles. La princesa cae a sus pies.

¿No es algo hermoso? Pues lo es. Al menos para mí lo es. Una princesa que quiere ser perfecta, pero que no lo es. Una princesa que se sabe valiosa y amada, pero que tiene sus debilidades. Una princesa que fue creada, como todos los seres de carne y hueso, para que sea imprecisa. Qué suerte que la princesa lo ha comprendido y se dispone ahora a darle un cariñoso beso al dragón y a salir de la torre. El día está soleado y hay que aprovecharlo.

¿Sientes miedo ó dudas? Mastícalas, dales vueltas, cae en los brazos de tu dragón. Amalo y agradécele sus advertencias. Es humano. Pero cuando hayas comprendido tu naturaleza imperfecta y hayas sacado al miedo de tu sistema, sal de tu torre. Sal y enfréntate al mundo sabiendo que es natural sentir temor. Siéntete tranquila y pon tu cabeza muy en alto, princesa. Eres tan imperfecta, que eres perfecta. Ahora ya sabes la respuesta. Esperar. Ya duérmete tranquila.