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Tarea - ¿Qué es la muerte?

¿Qué es la muerte?

Mmm, qué tarea tan difícil. Por lo general a mí me dicen “escribe” y las palabras me brotan a chorros. Pero en este caso, la muerte… La verdad es que es un tema del que no me gusta hablar. Me causa tristeza, angustia, me da miedo... Tal vez porque para mí la muerte no es más que dejar de existir. No ver más el cielo azul; no escuchar más la lluvia caer; no vibrar más por el contacto de otro roce; no percibir más el aroma de un pastel recién horneado, y no sentir más a mi corazón latir, amar, sufrir... Eso es morir: abandonar el cuerpo terrenal, los brazos que abrazan, las piernas que caminan y los labios que pronuncian palabras de amor o de odio. Convertirse en etéreo, eterno, inodoro, incoloro e insípido. Ser como el aire, volátil.

Ita, no divagues. Un cuento que hable sobre qué es la muerte. Caray, qué complicado está esto. Ya llevo muchos días escribiendo, borrando, tachoneando, volviendo a empezar... La muerte. A ver, la muerte es “irse al cielo” según los niños, la religión católica y muchas personas. En realidad yo no creo en el “más allá”. Bueno, a veces sí. Cuando sueño con mi abuela, que ya no está. En esos momentos, cuando la siento aquí conmigo, parece que de verdad sí está. Y entonces deseo que exista ese “más allá”. Sí, para volver a platicar con Cris o Icker, que se fueron tan de repente, sin ningún sentido. Para que mi abuelo me termine de contar la historia que estaba escribiendo, y que dejó inconclusa. Para poder escuchar a Jorge tocar el piano otra vez. Para poder preguntarle a Israel por qué se quitó la vida siendo tan joven, tan hermoso y talentoso. Para saber que, después de esta vida, aún hay tiempo para mí. La muerte duele, por eso no me gusta hablar de ella.

Pero después de muchas horas de reflexionarlo, siempre llego a la conclusión de que el “más allá”, el trascender, no existe. La muerte es simplemente “irse”. ¡El cuento! Bueno, ya, el cuento. Deja de pensar tonterías y comienza de una vez a escribir. "Había una vez" Sí, un cuento tradicional. Eso es lo que voy a hacer.



Había una vez una hormiga que, aparentemente, era como todas las demás. Ella era sólo una más entre tantas hormigas que, una tras otra, subían, bajaban, siempre en franco apuro. ¡Rápido, rápido, rápido! ¡Vamos, vamos, vamos! Esa era su vida, minuto a minuto, día tras día. Pero ella deseaba algo más; quería por una vez detener su andar y preguntar: “¿Qué estamos haciendo? ¿A dónde vamos? ¿Por qué tanta prisa?” Efectivamente, ella no era como las demás hormigas. Era diferente.

A su alrededor podía ver plantas verdes de todos tipos y flores muy hermosas. Caminaba por la tierra cargando una hoja muy grande. De pronto sintió el impulso de soltar la hoja, abandonar la fila y correr en dirección contraria.

-¿A dónde vas? –le gritaban las demás hormigas.
-A vivir un poco –les respondió.
-¿Vivir? Eh, pero la hoja. Esto es importante, regresa, ¡regresaaaaa!



Su corazoncito latía con fuerza. Tenía miedo, pero también se sentía, tal vez por primera vez, viva. Miró su reflejo en unas gotas de agua y pensó: “Así que esa soy yo”. Y siguió alegremente su camino por el verde prado.

Sus aventuras fueron muchas: escapó de un oso hormiguero, se subió en un árbol enorme y contempló la vista, se colgó de una libélula y voló por los aires…

Una noche muy fría, cuando estaba caminando por un jardín, se acercó a ella un pequeño niño que estaba jugando. Cuando se dio cuenta de que la hormiga estaba demasiado cerca de su mano, se asustó, gritó muy fuerte, levantó el pie y…

-¡Óyeme, noooooooooooooo!
-¿Perdón?
-No, Ita, no. No me vas a matar. Me niego rotundamente.
-¿Hormiga? ¿Me estás hablando a mí?
-Sí. Ni creas que me voy a morir en estos momentos, cuando apenas estoy comenzando a vivir.

No, creo que ya estoy demasiado cansada. ¿Qué hora es? Claro, con razón, a esta hora nada bueno puede salir. Mañana sigo escribiendo. Ya estoy escuchando voces. ¡A dormir! Buenas noches.


____________


Listo. ¿En qué me quedé? Ah sí. El niño se dio cuenta de que la hormiga estaba demasiado cerca de su mano, se asustó, gritó muy fuerte, levantó el pie y…

-¡Que no! ¡No, no y no! ¡No me vas a matar!
-Entonces, ¿no estaba soñando? ¿En verdad eres tú?
-Si, soy yo. ¿Qué derecho tienes a darme una vida hermosa y a quitármela de pronto, así como así?
-Hormiga, esto no es algo negociable. El tema es “Qué es la muerte”. Debe haber un muerto, alguien debe morir. Lo siento.
-¿No es negociable? ¿Mi vida no es negociable? Oye, ni siquiera he amado a alguien, no sé lo que es llorar por amor. No puedes hacerme esto.
-Me estás poniendo en una posición muy complicada. Yo debo terminar esto ya, en estos días. No tengo tiempo.
-Pues no tengo idea de cómo vas a resolverlo, pero no me voy a morir, no me voy a morir y no me voy a morir.
-Mira, si quieres agrego un amor tormentoso y apasionado a la parte de las aventuras. A ver, deja me regreso…
-No es nadamás el amor, tengo muchos sueños, muchos días por delante, aún soy joven.
-Si no es un niño, es un perro. Y si no es un perro, es un zapato. Pero lo que es cierto es que algún día vas a morir. Y tal vez un día no muy lejano. Eres una hormiga, un ser indefenso, pequeño y frágil. Lo siento, de verdad.
-Ni nombre tengo y ya me voy a morir.
-De acuerdo. ¿Qué nombre te gusta? ¿Cómo quieres llamarte?
-Ya no importa. A ver, mátame. Estoy esperando. ¿Qué más da todo? Escribe: levantó el pie y…
-Involucrarse con los personajes no es bueno, definitivamente. Cuando pensé en ti y te hice diferente debí haberlo previsto. No es sencillo para mí esto de matarte, ¿sabes? Eres especial, eres un ser que tiene iniciativa, que es único, que se atrevió a salir de la fila. Pensándolo bien, yo tampoco quiero matarte.

No, no puedo matarla. Esto es muy complicado. ¿Cómo voy a determinar con unas palabras una muerte? Ni siquiera sé qué es la muerte. Ni siquiera sé qué se siente, qué hay detrás, o si en verdad hay algo más después de morir. No puedo tomarlo a la ligera.

____________


Ya está decidido. Es definitivo. No voy a matarla.

-Gracias.
-De nada, hormiga. Tienes razón, yo no soy nadie para matarte.
-¿Estás segura? ¿Y tu tarea?
-Creo que la persona que me la pidió entenderá.
-Estoy muy feliz. Termina el cuento, tengo curiosidad. Quiero saber qué pasa.

El niño se dio cuenta de que la hormiga estaba demasiado cerca de su mano, se asustó y corrió lejos de ahí. La hormiga entonces, siguió con su vida de hormiga, lejos de la fila apurada y lejos de la reina madre y sus normas. Siguió subiendo árboles, pisando gotas de agua resplandeciente, mirando horizontes de luz y sonriendo.


-Ejem…

Ah, sí. Conoció a otra hormiga de la que se enamoró perdidamente, apasionadamente. Y una tarde de sol se casaron frente a una flor roja y prometieron amarse y respetarse hasta que la muerte las separe. Algún día, en algún momento. Mientras tanto, dejó de preocuparse por la muerte, y siguió viviendo.

¡No lo puedo creer! ¡Terminé la tarea!